William Hayden, economista y escritor.
En el barrio Los Pinos, camino a la Alajuelita, por donde el Diablo perdió la chaqueta, pasé parte de mi niñez e infancia. Tenía un amiguillo tartamudillo a quien le decíamos en la huelguilla la “fonfe” porque todo lo pronunciaba con “efe”, por ejemplo: “fonfe” en vez de once y decía que era mejor que “sosobre” y no que “fafalte” refiriéndose a que era mejor que sobre y no que falte.
Nuestra democracia en decadencia y permisible con un aliado alcahuete llamado Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) está aplicando en cuanto a partidos políticos que participarán en las elecciones presidenciales de febrero del 2026 el dicho “fonfe” es mejor que “sosobre” y no que “fafalte”.
Comenté en el artículo de la semana anterior que ya había once partidos en regla y me asomé esta semana a la página del TSE para ver como anda el asunto y “sorprices” (a lo Chaves) ya van treinta y dos, siete más que en las elecciones del 2022, y pueden aparecer más de aquí a finales del próximo mes de julio.
De los veinticinco partidos de las elecciones del 2022 hay veinte que repiten, tercos como las mulas, desaparecieron cinco que tomaron jarabe Ubicáte y hay doce nuevos (no han bebido el jarabe), entre ellos tres chavistas.
Aquí Costa Rica Manda (el de Choreco), Pueblo Soberano (Mayuli Ortega, la mexicana) y el Movimiento Tiempo de Valientes con el eslogan: si no votas por el chavismo no eres valiente, eres un pendejo. El multipartidismo en su máxima expresión, creo que somos los campeones del mundo. El número ha venido creciendo, así: 2010 (5), 2014 (9), 2018 (13) y 2022 (25) y 2026 (32).
Los Partidos Políticos ya son inservibles, su figura se ha prostituido con el tiempo y su señorío ha decaído. Ahora son agrupaciones personalistas para montar a alguien en las esferas del poder político y muchos de sus candidatos presidenciales se apuntan a la doble postulación, también van por el puesto de diputados, uno u otro, lo importante es agarrar algo, y desde luego ojalá gozar del financiamiento estatal, recibir fondos públicos que les cubran sus gastos y les dejen una ganancia.
Pero son posibles esas esperanzas. NO. Veamos por qué. En las elecciones pasadas (2022) el padrón electoral fue de 3.541.908 electores, los votos válidos de 2.094.816 (59.14%). Los principales seis partidos que ahora están en la Asamblea Legislativa recibieron 1.936.928 (92.46%) de los votos válidos y por los 19 restantes votaron 157.888 electores, el 7.54% de los sufragios, a un promedio de 8.310 votos por partido, o sea el 0.40%, no llegaron al 4.0% para tener financiamiento y tampoco tuvieron un diputado. Fracaso Total.
¿Qué puede pasar en las próximas elecciones? Hagamos el mismo ejercicio (cetiris paribus). Para febrero el Padrón Electoral es de 3.699,658, electores, los votos válidos 2.187.978 (59.14%), seis partidos principales podrían recibir 2.023.004 (92.46%) el resto de los 26 partidos recibirían 164.974 votos, a un promedio de 36.345 votos (0.29%). Fracaso total. Entonces, en donde tienen la sesera para aventurarse en esta campaña.
De los 32 partidos es posible que 26 no tengan el 4.0% de sufragios y tampoco un diputado, por lo tanto, no tendrán financiamiento estatal y asumirán perdidas por su aventura electoral. En este ejercicio uso como hipótesis que entre los seis partidos principales están el PLN y uno de los chavistas en sustitución del PPSD, que con Luis Amador de candidato pasa a ser mostacilla, y desde luego ninguno de los seis se alza con el 40.0% de los votos válidos en la primera ronda y por consiguiente habrá repechaje para el 6 de abril del 2026 con posibles tres jugadores, el PLN, uno Chavista y posiblemente el de Fabricio Alvarado.
Dije que el TSE es alcahuete porque permite que partidos con fraudes electorales, con cuentas no muy claras o el uso de artimañas fraudulentas, en vez de proscritos, sigan vivitos y nadando a sus anchas en la pecera electoral. Me refiero al Partido Progreso Social Democrático (PPSD) que le sirvió de taxi a Rodrigo Chaves y que tanto el partido como su pasajero usaron financiamientos paralelos en la campaña.
También al Partido Acción Ciudadana (PAC), infractor de muchas veces, el Partido Accesibilidad sin Exclusión (PASE), pase para que siga en sus chanchullos, y el Partido Restauración Nacional (PRN) el de la familia Avendaño que lo tienen como fuente de financiamiento.
Hay una novedad muy extraña, el Partido Avanza fundado por Johana, una prima de Bukele, el dictadorcillo de EL Salvador, que tiene como candidato presidencial a su maridito José Aguilar Berrocal, residentes “santaneños”, pero con corazoncitos salvadoreños.
No le da la sesera al TSE para ver que posibles vínculos se están tejiendo entre el Morazán Bukele y Chaves su perrito faldero. Con la traición Pilarica hay que desconfiar de estos ticos nacionalizados.
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