Mario Rodríguez, Revista Visión CR.
Irresponsabilidad en carretera. Estamos viviendo momentos trágicos en las carreteras del país, con conductores en estado de ebriedad; peatones y ciclistas atropellados; colisiones mortales casi todos los días; personas con discapacidades temporales y permanentes, todo por la falta al deber de cuidado en la conducción de vehículos.; también, motociclistas levantando en una rueda sus máquinas; altísimas velocidades por parte de personas que toman las calles nacionales como si fuesen “Daytona” o “Le Mans”, con total desprecio hacia los demás.
Estadísticas alarmantes. Y aunque todos podemos percibirlo de esta forma, veamos los datos aportados por la Superintendencia General de Seguros (Sugese), tras analizar la información del Consejo de Seguridad Vial (Cosevi):
- Los indicadores señalan que el número de accidentes de tránsito subió de 31.743 en el 2022 a 35.800 en el 2023. Es decir, se registraron 4.057 accidentes más. Esto representa un incremento mayúsculo, y una importante cantidad de recursos perdidos, y tiempo de las personas que se ven directamente afectadas durante los congestionamientos. No dejándose de lado situaciones que cada día son más comunes, por ejemplo, choferes que, no asimilan correctamente los momentos estresantes luego de una colisión, y generan riñas contra los demás involucrados, incluso, llegando a agresiones con armas de todo tipo (machetes, herramientas, etc.);
- Como resultado, en el 2022 se registraron 35.776 lesionados mientras que en el 2023 aumentó a 40.439. La diferencia es de 4.663 casos. Como bien lo explicó la Sugese, el seguro obligatorio que cubre sólo seis millones de colones se ha quedado corto en la gran mayoría de los casos, lo cual repercute en las finanzas de los propietarios de los vehículos, ello con el aumento del seguro;
- Por su parte, el número de fallecidos pasó de 833 a 922 entre el 2022 y 2023. De ellos, 517 personas fallecieron en el sitio, es decir, el 56,07%; sin lugar a la dudas esta es la peor de las estadísticas, por todo lo que está detrás de la muerte de un ser humano, así como los procesos judiciales que se inician, con acusaciones, querellas, y acciones civiles, con la finalidad de encontrar algún tipo de reparación ante el fallecimiento de un ser querido; con un resultado completamente aleatorio, ya que depende de la existencia de un seguro voluntario, y de la capacidad económica del responsable del accidente;
- El 48,9% de las muertes en carretera durante el año pasado eran personas motorizadas. El otro 51% se divide entre vehículos particulares, carros de carga, transporte público y equipo especial (https://observador.cr/graficos-costa-rica-alcanza-el-record-de-40-000-lesionados-y-900-muertos-por-accidentes-en-carretera/);
- Y a julio de este año, se contabilizan 264 fallecimientos (https://www.crhoy.com/nacionales/costa-rica-registra-264-muertes-por-accidentes-de-transito/).
- “Del total de 7. 046 alcoholemias hechas a setiembre, 1.687 fueron positivas. Esto representa un 24” (Teletica.com).
Son cifras alarmantes, y siempre concluimos que, la solución inmediata es la concientización de los conductores, y a largo plazo la educación en los niveles de primaria y secundaria, pero, mañana ya es tarde, cuando se trata de evitar una lesión incapacitante, o la muerte. Por eso, me llamó poderosamente la atención, una idea simple, pero que, parece estar dando frutos inmediatos en las carreteras de España, y que, deseo compartir.
Rutas peligrosas. En nuestros país, contamos con carreteras muy peligrosas, y que tienen características que, las convierten en sitios donde las probabilidades de ser parte de un accidente mortal son mayores, por ejemplo, la Bernardo Soto (San Ramón- Aeropuerto), la 27, la ruta 32, la ruta 17 (Puntarenas), y la No 218 (Goicoechea), siendo que, por ejemplo, en la ruta 32, se implementaron los “famosos” postes abatibles, con la finalidad de evitar la invasión de carriles, pero, desdichadamente estos no perduraron, por la ausencia de educación vial por parte de los conductores, lo cual escapa de las manos del COSEVI y MOPT.
La línea roja. Pues, en España, hay 4 kilómetros que se consideran los más peligrosos del país, siendo que, una línea roja pintada ha conseguido mantener a raya una siniestralidad que estaba disparada en la carretera A-355 en Málaga. “Tan peligrosa es que se le conoce como la «carretera de la muerte», en 2023 murieron en este tramo 10 personas, y en lo que va de año, han fallecido tres. Solo seis meses después, los resultados han sido todo un éxito. Los accidentes graves han bajado en un 30%”.
Nótese, la simpleza de la medida, pues, se trata de una línea roja en el centro de la carretera y a los lados, líneas blancas, tratándose de una obra barata, y, la primera implementada en España, justamente, en una vía en donde los falsos adelantamientos y la alta velocidad son constantes. Esta carretera tiene características similares a la ruta 27, por ello, perfectamente sería replicable en el país.
Aunado a ello, ya se piensa reproducir la idea en otras carreteras de España, junto con otros elementos que, refuercen dicha medida, por ejemplo, la implementación de radares de velocidad pedagógicos (sin multas). Detalle curioso, el color rojo es uno de los más llamativos, por ello, es usado por las grandes cadenas de comidas rápidas, pues, “… es un color que activa nuestros instintos primarios y pasionales, tanto positivos como negativos, y de manera inconsciente nos evoca prohibición, fuerza, fuego, peligro o dolor. En definitiva, nos agita y nos llama a la acción” (https://www.rtve.es/noticias/20241014/dgt-lineas-rojas-carretera-muerte-malaga-disminuir-siniestralidad/16287265.shtml).
La educación. La clave está en la educación, por eso, es indispensable establecer más campañas en todos los ámbitos, escuela, colegio, reforzando la capacitación vial. En muchas ocasiones, hay temas que son relevantes en estos eventos accidentales, tales como las adiciones a las sustancias, pero, mayoritariamente, la esencia es la prevención, y esta se logra con instrucción y concientización vial.
Por ejemplo, es básico invertir en la comunicación asertiva sobre la incompatibilidad entre consumir licor y conducir, o bien en la imperiosa necesidad de conceder el 1. 5 metros de distancia a los ciclistas, haciendo hincapié, en la importancia de ser empáticos con los demás, manteniendo un modo de manejo defensivo, y en respeto a las disposiciones contenidas en la Ley de Tránsito. Finalmente, nada se pierde replicando la buena práctica de la línea roja, porque podría salvar vidas.