Adriana Núñez/Agencias/Vaticano
Hace 86 años, durante un radio-mensaje contra la guerra, emitido la noche del 24 de agosto de 1939, en vísperas de la segunda guerra mundial, Pío XII afirmó: «No se pierde nada con la paz. Todo puede perderse con la guerra». El clamor del Pontífice se produjo tras el pacto de «no agresión» establecido entre la Alemania nazi y la Unión Soviética, más conocido como Pacto Molotov-Ribbentrop. Pero su llamado no fue suficiente para evitar el derramamiento de sangre, el horror y los millones de muertos que produjo posteriormente esa cruenta debacle mundial. Hoy, el Papa León XIV, vuelve a apelar a la conciencia de hombres y mujeres para evitarle al mundo, mayores tragedias.
El Sumo Pontífice Léon XIV, que se ha distancia de su predecesor en temas puntuales tales como la familia y la liturgia, y en poco tiempo ha estimulado mayor cercanía con la jerarquía eclesiástica tradicional, ha sido enfático al declarar, en el marco del cruento conflicto bélico entre Irán e Israel y la precaria situación de Ucrania, “que el posible uso de armas científicas podría conducir a atrocidades peores que las del pasado”.

De acuerdo con informaciones de la periodista Patricia Ynestroza, desde Ciudad del Vaticano, además de hacer un llamado a los responsables de las guerras “en nombre del derecho internacional”, el Papa ha expresado el “dolor que provocan en el corazón de la iglesia, los gritos de esos pueblos”.
Adicionalmente, en su última alocución, León XIV, quien citó un famoso discurso de Pío XII, hizo un llamado urgente a los líderes del mundo, recordándoles que “Nada se pierde con la paz” y que -como también lo indicó en su momento el Papa Francisco- “la guerra es siempre una derrota”.
Según cita Ynestroza, “el Pontífice -de origen norteamericano- aludió con claridad al riesgo nuclear latente en Oriente Medio, donde las tensiones han escalado dramáticamente tras los enfrentamientos entre Irán e Israel. Este llamado llegó tras la reciente intervención del presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, quien exigió a Irán la renuncia inmediata a su programa nuclear, indicando que de lo contrario, tendrá que enfrentarse a una acción conjunta con Israel para derrocar a dicho régimen.
León XIV advirtió que los conflictos actuales, enmarcados en un contexto de tecnologías avanzadas y armas experimentales, “podrían arrastrar al mundo hacia una nueva y más profunda barbarie.”
Otros temas polémicos

Con una visión menos “abierta” sobre la familia y las relaciones, el Papa habló sobre los riesgos del presente durante una cita en la que saludó a la delegación internacional de “Hope80”, asociación dedicada a la reconciliación en este período 2025, cuando precisamente se cumplen 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial en la cual murieron a manos del nazismo, más de 6 millones de judíos.
De acuerdo con los analistas de los mensajes y acciones recientes desplegadas por el Pontífice, León XIV no apoya el sacerdocio femenino y en este punto, obviamente se distancia de la postura de su predecesor Francisco.
Además, al referirse a la migración, ha sido mucho más enfático al subrayar la importancia del respeto a las fronteras nacionales. Aunque también ha orado para que “la llama del amor divino y de la fraternidad, arda siempre en el corazón de los hombres y mujeres que formamos una única familia humana”.
En cuanto al papel de la familia, durante la Misa del Jubileo de la Santa Sede en la Basílica de San Pedro. habló sobre la fecundidad y marcó la importancia de que “cada uno cumpla con la tarea que se le ha confiado».

“»La maternidad de María, a través del misterio de la cruz, dio un salto impensable», explicó. «La Madre de Jesús se convirtió en la nueva Eva, unida a la muerte redentora del Hijo y, así, fuente de vida nueva para todos los hombres»
«Un sacerdote que carga con una cruz pesada en su ministerio y que cada día realiza su labor con amor y fe, participa y contribuye a la fecundidad de la Iglesia», declaró León XIV, y agregó: “lo mismo ocurre con un padre o una madre de familia que, en medio de las dificultades cotidianas, vive su vocación con entrega y esperanza. Esa es la fecundidad auténtica, la misma fecundidad de María y de la Iglesia”.