Heriberto Valverde Castro, periodista.
No voy a hablar aquí de economía doméstica. No mencionaré el alza de la canasta básica, ni la famosa ruta del arroz, ni la prometida y fallida baja en el precio de las medicinas, nada de eso.
Tampoco hablaré del complicado tema de las relaciones internacionales, de los deportados por el gobierno de Trump a quienes se les dio abrigo “voluntariamente” aquí en nuestro suelo; y menos de nuestra abstención en la ONU ante la propuesta de condena a la invasión rusa a Ucrania, calificada de criminal hace solo dos años.
No voy a tratar aquí temas profundos tan sensibles y propios de la democracia como el respeto a la división de poderes y a las fuerzas políticas contrarias, así como la permanente práctica de la negociación como fórmula para buscar salida a los grandes problemas del país.
Ni me meteré a esculcar las investigaciones sobre prácticas ilegales llevadas a cabo durante la campaña política que los condujo al poder. Ni las acusaciones que enfrentan por estafar a una empresa que manejó su campaña política.
Tampoco me meteré con temas tan sensibles como el del cuidado del ambiente y la conservación de los recursos naturales. No hablaré por tanto del desastre ecológico provocado en Gandoca, en nuestra costa caribeña, ni de las irregularidades provocadas por desarrolladores en el Pacífico Central. En ambos casos los involucrados son personas muy allegadas al mandatario y a su alter ego en la Asamblea Legislativa.
La inseguridad galopante, la ola de criminalidad que padecemos y el enseñoramiento del narcotráfico en nuestro suelo, no serán objeto de este texto.
Intencionalmente voy a obviar aquí todo lo referente al tema de la corrupción y su opuesto, a saber, las prácticas éticas en el ejercicio del poder. Por eso ni siquiera mencionaré el escándalo alrededor de la contratación de servicios por parte de la CCSS y los sobrepagos millonarios acordados para beneficiar aliados, y mucho menos la jugarreta de nombrar como ministra a la principal encausada por tales hechos.
Ni siquiera hablaré de la educación, única salida verdadera a nuestros grandes problemas, hoy maltrecha, convertida en nuestro gran problema.
Pero hay algo de lo que sí voy a hablar, de lo que, como ciudadano, me siento obligado a escribir, me refiero a la conducta del mandatario, de su forma de relacionarse con todos nosotros, el pueblo de Costa Rica, del que es gobernante por decisión de la mayoría de los votantes, en una elección libre y limpia, organizada y regentada por el Tribunal Supremo de Elecciones, una de las instituciones que hoy es blanco de sus delirios paranoicos.
Las conclusiones que señalo a continuación son producto de la observación del proceder del presidente en algunas de sus conferencias de prensa y en algunos discursos durante sus visitas a comunidades.
De esa observación concluyo que:
1- Nunca entendió que es el presidente de todos los costarricenses
2- Lo suyo es el autoritarismo, por eso no sabe gobernar en democracia.
3- Carece de sentido de negociación pues no concibe la posibilidad de que otros tengan la razón.
4- Su personalidad calza con la autocracia y con la imposición más que con el diálogo y la búsqueda de acuerdos.
5- Le falta señorío.
6- Es irrespetuoso con la investidura de quienes ostentan poderes concedidos por el pueblo y deslegitima esos poderes cuantas veces puede.
7- Es irrespetuoso con sus adversarios a quienes percibe como enemigos, como una permanente amenaza a sus ansias de poder.
8- No ejerce la cortesía ni siquiera con sus colaboradores a quienes menosprecia y trata como sirvientes.
9- Sus enemigos le dan fuerza a sus propuestas, por eso, si es necesario, los inventa.
10- Es manipulador. Juega con los sentimientos de la gente más humilde, aprovechándose de su sencillez y de sus frustraciones acumuladas por años y años de discriminación.
11- Sus mensajes suelen ser hirientes y con frecuencia están cargado de ironía y hasta de desprecio a personas, entidades e instituciones.
12- Su discurso transpira odio y rencor. Incluso gestualmente es violento y llama a la violencia.
13- La crítica hacia sus ideas e iniciativas la toma como ofensa. A quienes lo critican los considera enemigos.
14- Es incapaz de tener interlocutores, solo concibe subalternos o adversarios.
15- Como gusta decir, le importa un pepino la institucionalidad del país.
16- Ha dividido a la prensa. A la que se le opone la fustiga y trata de aniquilarla. A la que le es fiel y sumisa, la empodera para utilizarla. Ha hecho del periodismo servil parte de su corte.
17- El suyo es un liderazgo fundamentado en el enfrentamiento. Le cuesta mucho sumar y en cambio dividir le es fácil, ya lo hizo con el país.
En síntesis, se trata de un individuo que ha ultrajado la majestad de su investidura como Presidente de la República y ha entronizado en Casa presidencial lo peor del ser costarricense.
Solo esperamos (y debemos velar por ello) que no haga escuela, y que quienes en el futuro accedan a la Primera Magistratura de la República, honren ese cargo y lo cumplan con la responsabilidad, la excelencia y el don de gentes que él demanda.
Por eso tiene el 74% de apoyo de la población por decir las cosas sin rodeos por pasarse el pobrecito por el trasero por haber vivido en organismos internacionales donde las cosas son o no son. Yo aprendí de un Gerente para AL de una empresa que española q me decía “ la mujer está embarazada o NO está embarazada, en CR las mujeres están “ medio embarazadas” El señor presidente nos ha abierto los ojos a todos, unos para ver lo tontos útiles q hemos sido y a otros para desenmascararlos con lo que se han aprovechado del presupuesto de la República.
Así que usted de q lado se sienta , estará apoyando a tus amigos o estás solo siendo parte de la moda de los más pudientes.