Fernando Fernández, Revista Visión CR.
La catedral de Notre Dame de París está un paso más cerca de su reapertura total tras años de reconstrucción después del devastador incendio del 15 de abril de 2019.
Su construcción empezó en 1163 y no se terminó hasta el año 1345. Esta obra que duró más de dos siglos explica en parte la heterogeneidad de su arquitectura, en la que se aprecian todas las fases del gótico, del primitivo al radiante. Iniciada por el obispo Maurice de Sully, la catedral es la sede de la archidiócesis de París y ha sido el escenario de múltiples acontecimientos históricos.
En ella se coronó al emperador Napoleón Bonaparte en 1804 y contrajeron matrimonio varios reyes de Francia, como Francisco II en 1558 o Enrique IV en 1572. Más recientemente, se celebraron las exequias del abate Pierre en 2007. En la actualidad, la catedral está en proceso de reconstrucción debido al triste y violento incendio del 15 de abril de 2019. Desde ese día, que supuso el siniestro más importante de la catedral desde su construcción, está cerrada al público y su reapertura está prevista para 2024.
La catedral de Notre-Dame de París es el monumento más visitado de Francia con más veinte millones de visitantes anuales. En condiciones normales, la entrada al monumento es libre y gratuita. Sin embargo, la catedral y sus inmediaciones están cerradas al público desde el incendio de 2019 para garantizar su correcta restauración y la seguridad de los turistas durante las obras.
Esta emblemática catedral, que se reabrirá al público el próximo domingo tras cinco años de restauración después de un devastador incendio, es una joya de la arquitectura gótica, un símbolo de París y una meca para los turistas de todo el mundo.
Pero tras la grandeza de la catedral, cuya construcción duró 182 años entre los siglos XII y XIV, se esconden secretos e historias sorprendentes. De mitos medievales a misterios modernos. He aquí cinco detalles especiales y muy singulares que resulta interesante conocer sobre este Notre Dame.
Punto cero en las carreteras de Francia
La importancia de Notre Dame va más allá de su arquitectura y su historia: es literalmente el punto de partida de todas las carreteras de Francia. Frente a la catedral, incrustada en los adoquines, hay una modesta losa de bronce y piedra con la inscripción «point zéro des routes de France». Esta placa marca el punto de partida para medir las distancias entre París y las demás ciudades del país.
Aunque la placa se instaló en 1924, la idea de un «punto cero» nacional se remonta a 1769. El rey Luis XV había imaginado un punto de referencia central para la creciente red de carreteras de Francia, un concepto que vinculaba la geografía de la nación con su corazón, París.
¿Gárgolas o quimeras?
Las temibles criaturas de piedra de la catedral de Notre Dame pueden parecer antiguas, pero no son todo lo que parecen. Las gárgolas, que son canalones con forma de monstruos utilizados para evacuar el agua de lluvia, existen desde que se construyó la catedral. En cambio, las figuras espectaculares y monstruosas que vemos a menudo en postales y películas son quimeras, y son mucho más recientes.
La inspiración de ‘El jorobado de Notre Dame’
En el siglo XIX, el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc, encargado de renovar el edificio, entonces en ruinas, añadió estas criaturas para reforzar el carácter místico de la catedral. Viollet-le-Duc se inspiró en el famoso libro de Victor Hugo, ‘El jorobado de Notre Dame’, para crear estas figuras demoníacas de animales con expresiones personificadas. ¿Cómo distinguirlas? Las gárgolas parecen pinchos horizontales que sobresalen de la fachada, con sus picos perforados para permitir la salida del agua.
La Revolución Francesa le cambió el nombre para ensalzar la ciencia
Durante la Revolución Francesa, en la que se produjeron oleadas de protestas contra la Iglesia, Notre Dame no fue tratada como una catedral venerada. En 1793, los revolucionarios la despojaron de sus símbolos religiosos y la rebautizaron «Notre Dame de la Raison».
En su lugar, la catedral acogió festivales que celebraban la ciencia y las ideas de la Ilustración, y durante un breve periodo incluso se utilizó como almacén de vino. Los servicios religiosos se reanudaron en 1795 y Notre Dame recuperó su carácter sagrado bajo el impulso del emperador francés Napoleón I, que celebró aquí su coronación en 1804, inmortalizada en un famoso cuadro de Jacques-Louis David.¡Pero no estaba en sus cabales!
En 1792, los revolucionarios también decapitaron 28 estatuas de la fachada de Notre Dame, confundiéndolas con monarcas franceses. En realidad, eran antiguos reyes de Judá, los antepasados bíblicos de Jesús. Las cabezas se creyeron perdidas para siempre, tal vez destruidas o vendidas como material de construcción.
Pero en 1977, unos obreros que renovaban un patio del distrito 9 de París descubrieron cientos de fragmentos de esculturas de piedra. Los expertos confirmaron que se trataba de las cabezas desaparecidas de los reyes de Notre Dame. Cómo acabaron allí enterradas sigue siendo un misterio.
Hoy, 22 de estas cabezas han sido restauradas y se exponen en el Museo de Cluny de París. Su descubrimiento se considera uno de los hallazgos arqueológicos más notables de la historia moderna de la ciudad.
Plomo tóxico y descontaminación
El incendio de 2019 que casi destruye la catedral de Notre Dame reveló un grave riesgo para la salud. Cuando las llamas derritieron el tejado, toneladas de polvo tóxico de plomo se liberaron al aire y se asentaron por todo París.
¿El problema? Las autoridades descubrieron que no había normas para medir el peligro del polvo de plomo al aire libre. No era sólo un problema parisino: grandes ciudades como Londres y Roma, e incluso la Organización Mundial de la Salud, carecen de directrices sobre la contaminación por plomo en el exterior.
El incendio de Notre Dame puso de manifiesto un problema oculto y obligó a las autoridades a revisar sus normas de seguridad. La ciudad tardó cuatro meses en llevar a cabo una limpieza a fondo de las aceras, a pesar de que turistas, residentes y comerciantes paseaban a diario por las calles que rodean la catedral.