Proteja a los niños y a sí mismo, de la corrupción sexual

Proteja a los niños y a sí mismo, de la corrupción sexual

*Lamentablemente, la degeneración sexual está a la orden del día, forma parte de la agenda noticiosa y del diálogo nacional, pero sin que se trate el tema de la forma correcta para educar -y proteger- a la población.

*Detectar a tiempo conductas sexuales inapropiadas es vital para que miles de personas -de ambos sexos- puedan defenderse de los adictos y depredadores.

Adriana Núñez, periodista Visión CR

A grandes rasgos, la corrupción sexual tiene que ver con el abuso perpetrado por una persona en una posición de autoridad contra alguien más débil o vulnerable, con el fin de obtener beneficios sexuales o para obligar a la persona a realizar actos íntimos a cambio de un servicio.

Y aunque cada vez más hombres se constituyen en sujetos de esta situación, en realidad la corrupción sexual afecta de forma mayoritaria a las mujeres, quienes son más vulnerables y propensas a convertirse en víctimas del abuso, que se manifiesta no solo desde la posición de poder de la parte agresora, sino también mediante la extorsión, la violencia y por supuesto, la violación de derechos.

En diferentes estudios realizados en años recientes -dada la pasmosa indiferencia de las masas ante la exhibición que de ello se hace públicamente- se ha advertido que a ese proceso de manipulación a través del sexo, se han incorporado -con asombrosa naturalidad- situaciones que van más allá de la manipulación, el chantaje o la coacción, pues incluyen acciones encaminadas a pervertir, depravar, degenerar e incluso viciar a la contraparte de quienes las ejercen.

El turismo sexual en Costa Rica ha aumentado mucho en detrimento de la imagen del país

Muchas de dichas acciones son realizadas por personas que tienen un comportamiento sexual compulsivo, reconocido por médicos y psicólogos como “trastorno de hipersexualidad o adicción sexual” actividad que consiste “en una concentración profunda en fantasías, impulsos o conductas sexuales incontrolables que causan aflicción y problemas en la salud, el trabajo, las relaciones interpersonales y otros aspectos de la vida”.

Especialistas de la Clínica Mayo, han dado algunos ejemplos entre los cuales se citan: la masturbación frecuente, la excitación sexual mediante comunicaciones por computadora, mantener simultáneamente varias parejas sexuales, el consumo de pornografía e incluso el hecho de pagar por tener relaciones sexuales.

Entre los signos que determinan si una persona es adicta al sexo, los expertos señalan: usar el comportamiento sexual compulsivo como una vía de escape a otros problemas tales como la soledad, la depresión, la ansiedad o el estrés; dificultad para establecer y mantener relaciones interpersonales saludables y duraderas; incapacidad de reducir o controlar las fantasías sexuales, impulsos o comportamientos.

Precisamente son los profesionales en salud mental quienes están mejor capacitados para entender a las personas que no pueden poner freno a dichos comportamientos, pues ahondan en sus motivos sin juzgarlas y poseen la experiencia profesional para tratar tan deplorable afección.

Del tabú al libertinaje y la corrupción inducidos

Aunque la sexualidad de cada sujeto es muy particular puesto que lo que lo que es normal para unos, no lo es para otros, existen factores indicativos que denotan ciertas conductas “extrañas” que provocan malestar en las personas o causan daños significativos a nivel físico y sicológico.

Los más jóvenes reciben infinidad de conceptos negativos sobre sexo a través de la pornografía, las redes sociales y los medios formales de comunicación

Además de otras señales muy puntuales que se pueden identificar con la adicción al sexo, como son: irritabilidad cuando no se puede realizar la conducta; preocupación frecuente por la sexualidad; llevar a cabo más actividades sexuales de las que se quieren; destinar gran parte del tiempo a buscar situaciones de índole sexual o experimentar un fuerte deseo a la vez que total incapacidad para controlarlo, también hay otros factores que determinan si el comportamiento de algunos sujetos sobrepasa los límites. Entre ellos: actos de sadismo, humillantes, que infligen dolor físico y sufrimiento emocional a quienes se involucran con ellos.

Algunos de esos factores son visibles pues provocan marcas en la piel, heridas, sangrados, etc. Otros se manifiestan mediante un cambio en la conducta en las víctimas, sobre todo en el caso de los niños y adolescentes sometidos a abusos sexuales, quienes generalmente se vuelven retraídos y temerosos.

Lamentablemente, muchos seres humanos han otorgado al sexo un papel tan protagónico y determinante en su quehacer cotidiano que sus conversaciones, chistes, gustos y definición sobre sí mismos, gira en torno al tema, no sólo a nivel de sus relaciones interpersonales sino también de manera pública y notoria, a través de distintos medios de comunicación.

No obstante, esa avalancha informativa no parece contribuir a proteger -en especial a las mujeres- de los peligros que muchas veces entraña una relación sexual inadecuada.

Muchos hablan de sexo, pero no de sus connotaciones negativas. No obstante, algunos estudiosos han alertado sobre el panorama que se vive a nivel país.

Después de pasar más de un año interactuando con turistas, trabajadoras sexuales y comerciantes de un barrio del centro de San José, la socióloga Megan Rivers-Moore -profesora del Instituto canadiense Pauline Jewett de estudios de mujer y género de la Universidad de Carleton, Ottawa- determinó las verdaderas motivaciones del turismo sexual en esa localidad.

Megan Rivers-Moore socióloga canadiense

El material que recopiló, se compiló en un libro titulado “Gringo Gulch: Sexo, turismo y movilidad social en Costa Rica” que fue publicado por la editorial de la Universidad de Costa Rica (UCR) en 2019. La autora mencionó que su curiosidad por el tema surgió debido a la poca investigación que existe sobre el turismo sexual en Costa Rica, una actividad que mueve muchos miles de dólares al año en territorio nacional.

Esa dinámica, en innumerables ocasiones ha posicionado a Costa Rica de forma negativa, ante la opinión pública internacional.

Y es que en redes sociales, estaciones de radio, telenovelas, programas de televisión y otros medios, la avalancha de conceptos -muchas veces distorsionados- la reciben los niños y niñas desde temprana edad. Valga el ejemplo de progenitores y familiares que ineludiblemente les preguntan a menores de edad recién llegados al kínder, si ya consiguieron novio/a o si ya les dieron el “primer beso”. Algunos llegan incluso a ejercer presión sobre ellos…

Y hay gente que ya ni se espanta cuando en el noticiero, aparecen mujeres descuartizadas por sus “parejas sentimentales” o niñas-madres cuyos cuerpos ni siquiera estaban preparados para la gestación.

En realidad, de acuerdo con varios sexólogos, el tema de la sexualidad debe ser abordado de forma sencilla, positiva, con un lenguaje adecuado y claridad, cuando los infantes, alrededor de los 3 o 4 años, comienzan a hacer preguntas. Y ese es el momento en que también se les debe enseñar lo que es correcto e incorrecto, lo que es seguro y lo que no, la importancia del consentimiento y de proteger su dignidad humana.  El hogar y la escuela, son determinantes para educar en sexualidad y relaciones humanas.

Aplíquese esa recomendación, a miles de jóvenes que lamentable y mecánicamente, caen en las manos inapropiadas por no contar con la orientación necesaria para proteger su integridad moral y física, frente a los embates de quienes utilizan el arma de la degradación sexual para corromper a los demás.

Disfrutar de la actividad sexual de forma saludable forma parte de la vida misma. Pero para lograrlo, hay que saber detectar los peligros y amenazas que pueden echar por tierra dicha condición.

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