José Luis Valverde Morales, periodista.
El campo minero Crucitas, ubicado en la colindancia con la hermana república de Nicaragua, está como diría el recordado narrador, Manuel Antonio “Pilo” Obando, en la hora tatá.
Ya el laudo arbitral llegó a su fin, Costa Rica alzó el brazo en señal de triunfo o derrota, ahora todo depende de los pasos siguientes.
ENCRUCIJADA
Nos dejamos consumir por la voracidad del oro o damos pasos de gigantes, pensando en quienes aún no han nacido.
Minerales valiosos y naturaleza no son incompatibles, el país puede mostrarlo como ejemplo al mundo.
Si bien es cierto, somos nación soberana, cualquier propuesta no debe olvidar al hermano mellizo Nicaragua.
Un día, inexorablemente, los gobernantes de aquí y allá, se habrán ido.
Al sur con Panamá ya tenemos al imponente Parque Internacional de La Amistad, algo similar debemos hacer en el norte.
IMAGINACIÓN
Parafraseando al mítico músico John Lennon, imaginemos un hermoso laboratorio, donde gente de todo el mundo venga a educarse respecto al cuidado del medioambiente.
Niños bilingües de un lado y otro de la frontera, con ayuda de países comprometidos con el cambio climático, formándose como emprendedores, guías turísticos, artesanos de primera.
Hombres y mujeres hoy sumidos en la pobreza, con pequeños emprendimientos de alojamiento, alimentación, turismo rural, convertidos en celosos guardianes del lugar.
MÁRTIRES.
Hace apenas 60 años, la iniciativa y los esfuerzos del sueco y la danesa Nicolás Wessberg y Karen Mogensen, mediante la creación de la reserva Cabo Blanco, en el litoral Pacífico, mostraron el camino, se creó esta área silvestre protegida.
Don Nicolás, vilmente asesinado cuando llevó su sueño universal a Corcovado, su sangre abona este parque patrimonio de la humanidad.
Como pueblo seremos protagonistas de la historia, para verdades el tiempo.
O estamos gobernados por estadistas, mirando a las futuras generaciones o administrados por mercaderes del templo, repudiados por el valiente, corajudo y buen Jesús.
Crucitas y la patria en la hora tatá.
