Por Carlos Fernández Mora, escritor y periodista.
En tiempos del Gobierno del General don Tomás Guardia, arribó a nuestras playas un general sudamericano. La sociedad costarricense y el gobierno, se apresuraron a agasajar y a tributarle honores al distinguido visitante.
Un día, entre el coro de amigos, el militar hizo estas consideraciones:
—»Tengo un muchacho de dieciocho años que está completando el ciclo de su educación inglesa. Luego pasará a Francia para que tome algo del refinamiento francés. Después irá a la Madre Patria donde hará estudios profesionales, y cuando tenga 28 ó 29 años, lo traeré a Costa Rica».
Uno de sus amigos lo interrogó:
—»General, ¿la intención es simplemente de paseo?». A lo que el huésped, contestó:
—»No señores, es para que aquí corone sus estudios».
La sorpresa de los circundantes fue grande. Le manifestaron al pundonoroso militar que aquí no había universidad ni nada en qué perfeccionar los estudios de un muchacho que venía de los principales centros de la civilización.
Una sonora carcajada se dejó oír, y luego la voz del General don Tomás Guardia, allí presente, que decía:
—Tráigalo a Costa Rica PARA QUE APRENDA MAÑAS…
*caricatura de Noé Solano.