César G. Fernández Rojas, educador jubilado.
Ecce homo: “He aquí el Hombre”. Lo dijo justo antes del aseo de manos más famoso de la Historia.
Porque Jesús es amor, pureza, humildad, bondad.
En el Nuevo Testamento, el nombre de Jesús se da tanto en el Evangelio de Lucas y el Evangelio de Mateo, y Emanuel solamente en Mateo. En Lucas 1:31, el ángel dice a María que llame a su hijo Jesús; y en Mateo 1:21 el ángel le dice a José que llame al niño Jesús: “llamarás su nombre Jesús porque él salvará a su pueblo de sus pecados”, asociándose atributos salvíficos al nombre de Jesús en la teología cristiana. Aunque la diferencia precisa entre un “nombre” y un “título” puede ser abierta a interpretación, 198 nombres y títulos diferentes de Jesús en la Biblia están listados en la Concordancia de Cruden, publicada por primera vez en 1737, y de forma continua desde entonces.
Teólogos cristianos como Tomás de Aquino escribieron importantes argumentos que analizan varios nombres y títulos de Jesús. En Juan 8:58, Jesús dice: «Antes que Abraham fuese, yo soy». La frase “yo soy” (εγωειμι en griego) fue considerado por Aquino como un nombre de Jesús, y además lo consideró como el más adecuado de todos los nombres divinos, pues Aquino creía que se refería al “ser de todas las cosas”).
En la imagen María Magdalena llamando a Jesús Rabboni (mi gran maestro) y recibió como respuesta: Noli me Tangere, (No me retengas), representado por Antonio da Correggio, c. 1534.(Cfr. Nombres y títulos de Jesús en el Nuevo Testamento -Wikipedia.https://es.wikipedia.org › wiki › Nombres y títulos de…).
Dos milenios más tarde, cuando una persona presume de la gravedad de su altivez, hic vir (este hombre) nos recuerda a Pilato arrogante, altivo, orgulloso y empinado.
Como Pilato, los sujetos que se destacan por sus cualidades negativas pueden ser personas que se comportan de manera distante y fría, mostrando falta de humildad y de disposición, sin empatía para interactuar con los demás de manera amable y atenta.
Exhiben un sentido exagerado de su posición ejecutiva, elevada actitud, menospreciando y mirando por encima de sus hombros a los demás. Son los individuos que mantienen una actitud de superioridad hacia otros, mostrando falta de respeto y consideración. Y cuando asumen la disposición de interactuar lo hacendes de una posición de superioridad ostentosa, vistosa y fanfarrona, y, por consiguiente, engreída y egocéntrica.
Aunque el orgullo puede tener connotaciones positivas, en este contexto se refiere a personas que se niegan a reconocer sus errores y debilidades, manteniendo una fachada de perfección. Sus poses tienen una mezcla de extremismo, inexperiencia, desconfianza e insensatez.
Este tipo de personas tienden a tener dificultades para establecer relaciones genuinas y pueden generar conflictos en su entorno debido a su incapacidad para empatizar y conectarse de manera auténtica con los demás.
Mantienen una apariencia y comportamiento que sugieren que son mejores o más importantes que los demás. Tienden a evitar situaciones que los pongan en igualdad de condiciones con otras personas. Pueden ser percibidos como inestables, inaccesibles y poco amistosos.
Exhiben una postura corporal que denota superioridad (pecho hacia adelante, barbilla alta). Se involucran en conductas que subrayan su posición elevada, como hablar de proyectos y de logros con frecuencia. Tienen resistencia a recibir críticas o comentarios o sugerencias. Pueden menospreciar las opiniones y habilidades de los demás de manera abierta.
Dan la sensación de infalibilidad y desdén por el consejo ajeno. Su comportamiento es autoritario e impositivo. A la menor discrepancia, asumen una posición altanera, hacen un exabrupto, vociferan, desacreditan y tienen la disposición de ridiculizar a los demás.(Cfr. Auxilium a IA).
Cuando Poncio Pilato presentó a Jesús ante la multitud, los líderes judíos incitaron a la gente a gritar «¡Crucifícale!». La multitud, enardecida pidió la crucifixión de Jesús y la liberación de Barrabás.
Hi viri (estos hombres) no son ecce homo (este es el Hombre) pues la divinidad de Jesús es esencia y naturaleza de Dios (Cfr.DRAE). Homines hodierni (los hombres de hoy) siguen influenciando a la multitud, actuando contra los conciudadanos.
El clasismo de la discriminación, es el prejuicio o trato desigual hacia personas o grupos de personas basado en las razones psicológicas y sociales de quienes tienen la creencia de que algunas personas, grupos o clases son superiores a otras, y se manifiesta en actitudes y comportamientos que marginan o menosprecian a individuos que pertenecen a un grupo o clase considerada «inferior».
El clasismo puede afectar en muchos aspectos de la vida, influyendo en el acceso a oportunidades de empleo, educación, salud, vivienda, servicios públicos y privados. Hay que tener consciencia de estos prejuicios para promover una sociedad equitativa y justa.
En esta época de la revolución digital, menciona Melania Agüero: “La mente es cada vez más indiferente a la distinción entre lo verdadero y lo falso, lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto. La elección entre un estímulo y otro no depende del juicio crítico, sino del grado de excitación o de estimulación placentera.(…) La sociedad actual sufre la caída de valores. Los lazos sociales no representan un modelo de identificación ni de protección. Son muchas formas contemporáneas de malestar cultural. (…) Se vive en la indiferencia, en el silencio, en la no mirada. El otro no es confiable”.(Cfr. Melania Agüero Echeverría. Autoritarismo y resentimiento moldean la sociedad. La Nación. Página Quince. Domingo 01 de diciembre de 2024).
Alicia en el país de las maravillas, es la obra de literatura creada por el matemático y escritor británico Charles Lutwidge Dodgson, más conocido bajo el seudónimo de Lewis Carroll.
Refiere la clásica obra que Alicia cuando se encuentra con el Gato de Cheshire, le pregunta, cuál rumbo debe seguir: “Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, ¿qué camino debo seguir para salir de aquí?-Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar –dijo el Gato. No me importa mucho el sitio… -dijo Alicia. -Entonces, tampoco importa mucho el camino que tomes –dijo el Gato”.
Cuando la vida de un país se realiza con vacuidad, falto del contenido ético, en la medida en que se ve vaciado de liderazgo moral, se encaja la decadencia de un dogmatismo debilitado en su entendimiento, endeble por una conciencia valorante donde todo vale y todo cuenta.
El sujeto ausente de las prácticas éticas, aquel que actúa bajo la perspectiva de su propia visión, sin sujeción a los derechos humanos, los principios esenciales de la democracia y las libertades civiles, aprehende las nociones del deber social sin hacer el juicio auténtico de ellas. De este sujeto sólo podríamos mostrar la apropiación del camino que sigue, como dijo Alicia: …no me importa mucho el sitio, sólo requiere la certeza del oportunismo de su idealismo inconsecuente.
Ante este crisol de intereses vacuos, por el artilugio de la misma naturaleza humana, que es muy compleja, se pueden suscitar muchas situaciones que guían a la posibilidad de que un país pierda su rumbo por intereses fatuos. Los graves problemas nacionales, las decisiones caprichosas, con intimidación y mecanismos autoritarios no solo dañan las libertades ciudadanas, sino que también afectan el desarrollo general del país.
La degradación moral del intervencionismo fluye por la senda del deterioro de los principios éticos, las virtudes, los valores morales y cívicos, entre múltiples factores de la fragmentación social que lleva, paso a paso, a un enfrentamiento social, a un modelo de autoritarismo con un orden social opresivo que no admite crítica y conduce a la pérdida paulatina de los derechos humanos, los principios esenciales de la democracia y de las libertades civiles.
“Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, ¿qué camino debo seguir para salir de aquí?-Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar –dijo el Gato. No me importa mucho el sitio… -dijo Alicia.-Entonces, tampoco importa mucho el camino que tomes –dijo el Gato”.
Señor, yo también tengo un sueño: Que, en estos días de la celebración de la Navidad y la reconciliación, confío en que las personas que no ven ningún delito en lo que hacen, no se laven las manos, y detengan el camino del abuso de poder, la intimidación, la desigualdad y el descontento, la pérdida de responsabilidades civiles y la división social del país. Que nuestro país no siga la ruta de la pérdida de las libertades fundamentales.
