Erwin Wino Knohr*, Revista Visión CR.
¿Tenían razón los equipos de pedir el VAR? Lo que sí es muy claro es que a los equipos pequeños, con VAR o sin él, el arbitraje no los favorece.
Antes las aficiones le metían miedo al árbitro central y sus líneas. También al cuarto árbitro que se había convertido en el VAR desde la línea media de la cancha.
Los madrazos y presiones desde la gradería y la banca de los equipos durante el partido, doblaban a los silbateros y perjudicaban a los equipos pequeños con decisiones cuestionables.
Pero llegó el VAR a quitarle el miedo a los árbitros que se sienten libres, plenos, autoritarios, hasta se ríen, corren y sudan diferente. Ahora las decisiones importantes no son tomadas por los réferis, sino por los manejadores del VAR que están a kilómetros del partido sin recibir madrazos y presiones inmediatas.
Santos le anota al Saprissa y por una pestaña y el dedo pulgar de la mano derecha el gol fue anulado. En Liberia le sancionan a Keysher Fuller un penal: el saprissista Ariel Rodríguez toma del cuello y cuerpo a Fuller. Fuller riposta agarrando a Ariel y los dos van al piso. El árbitro había sancionado solo la expulsión de Ariel.
Hablo de estas dos jugadas porque fueron los partidos que miré por la TV, pero estoy seguro hubo otras jugadas sancionadas por los árbitros del VAR en otros juegos.
Los equipos grandes tenían razón en pedir el VAR. Ellos son los depositarios de la influencia arbitral y ahora con esta tecnología pueden presumir que las decisiones arbitrales en el pasado eran correctas.
Cada vez que el árbitro se lleva la mano a la oreja, donde tiene el micrófono conectado con sus colegas en el cubículo VARiano, en partidos de un equipo grande y otro pequeño, uno se siente en la obligación de buscar el control remoto del televisor y pasar a otro canal porque sabe que el partido se terminó con esa decisión.
El VAR le confirma al árbitro central y sus auxiliares en la cancha que están incapacitados para comprender y administrar correctamente lo que está pasando en el partido.
El mundo del árbitraje colapsó en Costa Rica, aunque aún los tenemos, pero más jóvenes, siguen viviendo en el mundo de ayer.
Pero el problema del futbol costarricense no son las antojadizas decisiones del VAR. El principal problema del futbol de Costa Rica es cómo hacerlo más competitivo, dinámico, intenso y por añadidura interesante.
Por ahora no son los jugadores o entrenadores los que pueden mejorar el futbol nacional. El monstruo llamado VAR es el que está decidiendo quién es el mejor.
Lo lamentable es que sus decisiones se convirtieron en la manera en que se están robando el show que partido a partido debe continuar.
*El autor tiene una Maestría en Comunicación. Licenciatura en Periodismo y Educación Física. Además es entrenador de Futbol y Baloncesto.
