Erwin Wino Knohr*, Revista Visión CR
Alajuelense es un carro con carrocería de un Lamborghini y motor de cacharro viejo.
Parecía que ese CAR rodaría bien, pero a su motor original le comenzaron a meter piezas, hasta que dejó de ser un Lamborghini y se quedaron sin saber distinguir lo que fabricaron.
La Liga no es un equipo; es un estado de ánimo volcánico que explota de vez en cuando después de haber estado muerto.
Hay un grupo que nunca estuvo de acuerdo en dejar el poder deportivo. Y así, de a poco, fueron incrustando las piezas en diferentes áreas del club hasta lograr controlar totalmente el equipo.
La última pieza fue la grada enfebrecida reclamando piezas exorcistas, como los que regresaron, y estaban esperando el momento para dar el zarpazo a un proyecto que comenzó a tener logros deportivos.
La mala noticia para los liguistas es, como dijo en un Post Roberto Artavia: -(Consultor internacional que trabajó con la Liga por mucho tiempo)-, “la Liga es la muestra de la destrucción de valores y lealtad- (algo que también hizo con otros entrenadores) – después de comprometerse con un proyecto y proceso que actualmente es exitoso en resultados como el actual – (con uno pendiente que podían lograr)-”.
Fue una semana divertida, irracional, con un punto de euforia suicida por un derecho que consideran adquirido las personas que tuvieron éxito hace muchos años, y siguen creyendo que los hace diferentes al resto, por lo que presumen que la pertenencia hacia ellos los hace únicos.
Cuesta desprenderse del poder. Vienen elecciones internas para elegir la mitad de la Junta Directiva, entre ellos su presidente. ¿Miedo a no ser reelectos? Quizás es miedo a tener que conquistar el miedo.
*El autor tiene una Maestría en Comunicación. Licenciatura en Periodismo y Educación Física. Además es entrenador de Futbol y Baloncesto.
