Golpe mortal a la democracia

Golpe mortal a la democracia

Carlos Cortés, escritor.

La renuncia de la junta directiva del diario La Nación, ante la presión de un grupo de accionistas, del director Armando González y del  jefe de Redacción, Armando Mayorga, es el resultado extremo de la estrategia de ahogo económico emprendida por Rodrigo Chaves y un golpe mortal contra la democracia costarricense.

La hora de la muerte del diario La Nación | Diario Digital Nuestro País

No me hago ninguna ilusión de que sea otra cosa que la penetración, esta vez exitosa, del chavismo en la composición del accionariado, que ahora está dispuesto a tranzar una línea editorial independiente por una política servil hacia los intentos de Chaves y su grupo de perpetuarse en el poder, corromper el equilibrio institucional y vender a pedazos el Estado social -como la Caja ahora en emergencia-, a cambio de prebendas que por ahora ignoramos.

A algunos de ustedes les hará gracia lo que interpretan como una vendetta contra un periódico conservador que durante décadas se opuso a Liberación Nacional -y muchas veces con razón-. La Nación ha sido un diario conservador y neoliberal en algunas cosas y de avanzada en otras, como en la defensa de los derechos humanos y del Estado de Derecho. No recuerdo que alguna vez haya  promovido un ataque contra la institucionalidad democrática o defendido proyectos autoritarios de extrema derecha, como propugna la administración actual en contubernio con Bukele.

Los que aplaudan ahora se arrepentirán después ante las graves consecuencias que este naufragio antidemocrático acarreará para Costa Rica en un momento de extrema vulnerabilidad social, económica y de seguridad ciudadana.

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Un comentario en «Golpe mortal a la democracia»

  1. La Nación por muchas décadas fue algo así como el Cuarto Poder de la república y poco a poco fue perdiendo ese espacio que vino a colapsar con la llegada de Chávez Robles a la política electoral y posteriormente convertirse en Presidente de Costa Rica. Todos hemos sido testigos del pulso entre este medio y el líder del Ejecutivo, normal en cualquier democracia viva. No coincido en que la renuncia masiva de la JD de La Nación se deba justamente a presiones de RChR de forma directa, sino a fallas y pifias en la gestión de tan importante medio masivo de comunicación.
    La gran lección para este y futuros casos es que los diarios deben de tener un balance perfecto por no decir “divino o celestial”, en sus enfoques del acontecer nacional e internacional. No se valen las polarizaciones ni políticas, ni económicas, ni religiosas, ni ambientales o de otra índole. Equilibrio en los enfoques. Reconocer lo bueno y sugerir medidas correctivas donde haya falencias; parece sencillo pero no lo es.
    Este es el momento para que La Nación haga un replanteamiento, una verdadera reingeniería o un “antes” y un “después” si desea sobrevivir a esta crítica situación.
    No podemos negar los aportes de este medio a la cultura y educación del país con sus Premios Áncora, sus libros semanales de bajo costo o con tantos otros esfuerzos similares; queremos regresar a ese enfoque y a ese accionar periodístico y seguir trabajando por el bien del país. La letra impresa no debe dejar de ser.

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